Por Dagoberto Tejeda
Tomado de Acento
La labor fundamental de Fradique resume todo lo que pudo recoger y reportar en su momento y que todos nosotros debemos profundizar para complementarlo y conocer cada vez más la realidad, nuestra identidad y lo que somos los dominicanos.
Fradique Lizardo, el más excelso de nuestros folkloristas en la historia de nuestro país, biografiado por el historiador José Guerrero, nos dijo adiós en Santo Domingo, la ciudad que lo vio nacer, el 28 de julio de 1997, en la plenitud de su existencia.
Conociendo su trabajo como investigador, amante del folklore y la cultura popular dominicana, conversé con Víctor Víctor, entonces presidente del Consejo Presidencial de Cultura, que precedió al actual Ministerio de Cultura, para que el Estado asumiera la propiedad de sus valiosos archivos que en mi opinión eran un legado y un patrimonio de la nación.
Víctor Víctor aceptó de inmediato nuestra propuesta, pero dificultades a última hora lo impidieron. Días después, recibí la visita de Rafael Yunén y Marcio Veloz Maggiolo, comunicándome que el Centro Cultural Eduardo León Jiménez, de Santiago de los Caballeros, valorando su riqueza y su trascendencia había decidido adquirir estos archivos, para difundirlo y ponerlo al servicio del pueblo dominicano. Y así fue.
Después de clasificarlo, una de las tares trascendentales del “Centro León” ha sido su difusión, el cual ha ido publicando, entregándole a la nación ya nueve números. Doña María Amalia León presenta el primer número y Carlos Andújar Persinal, asesor del Centro, escribe la introducción de todos los números de los Cuadernos. Los mismos, son el fruto de un extraordinario equipo de profesionales del “Centro León”.
Los aportes de Fradique son invaluables para el conocimiento del folkore y la cultura popular dominicana, por eso el “Centro León” ha hecho posible que estos documentos trasciendan y pasaran a ser en la UNESCO parte del Registro Memoria del Mundo de América Latina y el Caribe, con valor universal.
En el Cuaderno de Folklore Fradique Lizardo Número uno, hay trabajos sobre Califé, su personaje favorito del carnaval de la ciudad de Santo Domingo, sobre el Ballet Folklorico de Martinica, el Ballet Blanco, el Ballet Folklorico Universitario y sobre el Ballet Folklorico Dominicano.
En el número dos, incide en uno de los aportes más importante de Fradique, la ruptura de la invisibilización que habían construidos las élites tradicionales sobre la presencia y aportes de los africanos y sus descendientes a la cultura dominicana. En este número Fradique incursiona en la identificación de las plantas y los animales traídos por los africanos, importantizando y revalorizando la culinaria africana en el país.
En el Cuaderno tres, se detiene en la descripción de los bailes folkloricos dominicanos como el Bamboulá de Samaná, el Chenche matriculado colonial, el Gagá dominicano, el baile de Maboba, la Polka y la contradanza y como provocación pregunta donde se jugó béisbol por vez primera en el país.
En el Cuaderno número cuatro, Fradique describe la realización del Festival de Música Campesina de la Isabela, organizado por el Dr. Rafael Cantizano, con la presencia del Machacó, el Grupo Marmolejos, pasando a describir las fiestas patronales de Baní, las fiestas de San Andrés, el teatro Cocolo de San Pedro de Macorís y cartas a la insigne maestra Doña Zoraida Heredia.
En el Cuaderno número quinto, realiza consideraciones sobre Papito Vallejo, el Primer Festival Folklorico Dominicano, el Museo de las Casas Reales y el Ballet Folklorico Dominicano.
En el número seis, está dedicado al Bamboulá de Samaná, las consideraciones de Adam Jesurun sobre el mismo y sobre la legendaria Doña Bertilia, la reina del Bamboulá.
En el Cuaderno número siete, con una agudeza increíble y una conceptualización excepcional de la cotidianidad, está dedicado a la exaltación y valorización de instrumentos musicales particulares como el serrucho, el cascabel, el fututo, el requinto, el violín novedoso de cuerdas de tripas, muchas vece de gato, el tres triangular, el laúd y el fufú.
En el número ocho, temáticamente es una continuación sobre los instrumentos musicales dominicanos, destacando el triple, la gayumba, el tres, la guitarra, el cuatro, el quinto, el conguito, el arpa, el pandero cocolo, la caja y el banjo.
Y el Cuaderno nueve sobre folklore se reproducen artículos publicados originalmente en los periódicos Hoy y el Listín Diario, el cual acaba de ser editado por el “Centro León”, que nos trae instrumentos musicales desconocidos por las generaciones actuales, lo cual les dificultad el conocimiento del folklore y la cultura popular dominicana. Fradique recoge como instrumentos musicales los palitos que se utilizan en el Baile de las Cintas, la maraca Ocoeña, el maraco, el pito de Carretel, las cucharas, las matracas de Semana Santa, la quijada de burro, el tirapo, el buchito, el vacine, el pito de naranja, el cajón, la trompeta de botella y el cajón.
De igual manera, el bajo Cocolo, el cajón, la campana, la flauta del Bamboulá, la flauta de caña de Castilla, el pito de somo, la flauta de pan, ocarina de somo, la corneta, el gancho, el foete y el proceso de elaboración de la guitarra por artesanos populares.
Esta colección de Cuadernos Folkloricos Fradique Lizardo, hoy patrimonio documental de la UNESCO y de la humanidad, viene siendo editada y revalorizada por el “Centro León”, puesta a disposición de la nación, el cual es el fondo más trascendente, de valor inestimable, para el conocimiento del folklore y la cultura popular dominicana.
Sin dudas es un aporte de consulta obligatoria, donde la responsabilidad de todos los investigadores, profesores, maestros, docentes, es tomar como punto de partida los aportes de Fradique, para enriquecerlo e ir conociendo nuevas aportes e interpretaciones de nuestro folklore, ya que la labor fundamental de Fradique resume todo lo que pudo recoger y reportar en su momento y que todos nosotros debemos profundizar para complementarlo y conocer cada vez más la realidad, nuestra identidad y lo que somos los dominicanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario